Que nuestros teléfonos móviles no son a prueba de agua, eso lo tenemos claro tod@s. Pero no tod@s podemos demostrarlo. Siendo este mi caso, puesto que he tenido la genial idea de sumergirme en las gélidas aguas del cantábrico transportan preciado aparato dentro de uno de los bolsillos de diseño de mi marquista bañador Adidas (es el de siempre, debido a mi intolerancia al sol y al agua, es una prenda que no sufre grandes desgastes).
Un aparato de última generación, de segunda mano pero digno. La verdad que como teléfono no lo utilizo mucho, es conocido entre mis más cercan@s mi ausencia de fanatismo en la utilización de este medio para la comunicación, que koño mi frialdad en la comunicación en general... pero como agenda, diario, apuntes y demás utilidades si que le daba uso. ¿y ahora qué? esto nos demuestra la dependencia que tenemos a estos aparatitos, con su pérdida o deterioro nos damos cuentas que se pierde un montón de información que esta ahí, a golpe de dedo junto a ti en el lugar o momento que lo precises. Pero ahora, en mi caso, hay un montón de información esperando que la limpie de salitre y bacterias que se han apoderado de sus circuitos y no le permiten desarrollarse como máquina...
No Somos Nada.... y menos en pelotas.
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