jueves, 6 de agosto de 2009

Jueves 6. Etapa 1 (La Mina – Lizara).

El día antes a la Travesía llegamos al Camping Valle de Echo, decidimos dormir en camping par evitar lo de Bidart… Plantamos las tiendas en la única parcela libre. Pero resulta que estaba reservada. Nos cambiaron de sitio. Nos dimos un baño en la piscina, pero pronto llego la tormenta y nos obligó a ir al bar a cenar. Se paso media noche lloviendo pero pudimos descansar, un@s más que otr@s.

El Jueves nos despertamos pronto con el día casi despejado. Volvimos al bar para desayunar y pronto cogimos el coche para llegar al parking de la Mina. Comenzó pues nuestra travesía con mucho calor y muchas ganas de ver que nos deparará la aventura. Bea no se encontraba bien y la primera subida (collado de Aguas Tuertas) lo subió con dificultad. Pero el esfuerzo valió la pena gracias a las vistas que nos regalan este valle. Con descanso en el mítico dolmen, seguimos la marcha por el valle hasta llegar al Ibón del Estanes. Dura subida, pero cada un@ cogimos nuestro ritmo y subimos muy agusto. Nos sorprendió como se divertía un toro con todas las bacas que le rodeaban. Mientras nosotr@s nos hicimos paso entre estas, intentando evitar que el toro se equivoqué con nosotr@s entre las vacas. Ya en el Ibón nos agrupamos para comer. Las fuerzas estaban bajando a la misma velocidad que nuestras reservas de agua en la mochila. Me confié con el mapa del GPS y me salí del camino. Tuvimos que subir una gran pendiente para enmendar el despiste. Mientras, Marian hablaba por el móvil cual dominguera que se precie.

Desde allá hasta el Valle de los Sarrios nos esperaba una rampa que se complicó con la casi insistencia de líquido en las cantimploras. Cuando llegamos a dicho valle tuvimos el “Momento Manzana”, que nos supo a gloria. El paraje era impresionante. Nuestras fuerzas están disminuidas pero desde aquel punto prácticamente era todo bajada. Nos cruzamos con una pareja que estaban haciendo el GR11 que en inglés nos dijeron que nos quedaban menos de 2 horas al refugio. Nos atrevimos a beber agua de un riachuelo del que creímos que no íbamos a tener problema con las tripas. Las nubes nos alcanzaban y amenazaban un poco de lluvia. Más tarde nos encontramos con unas graciosas marmotas que nos hicieron olvidar el cansancio que teníamos. Después, nos cruzamos con unos pastores noveles (llevaban una “L” en la espalda) buscando algunas vacas. Allá mismo decidimos refrescarnos los pies en otro riachuelo. Nos vino bien para afrontar el peor de los tramos de toda la travesía, la bajada hasta el refugio de Lizara. Fue dura y yo creía que la gente se iba a desmoralizar después de semejante paliza, más de 22 kilómetros con 1783 metros de desnivel positivo acumulado, todo un record. Mi más absoluta enhorabuena a tod@s. Fue un gran reto.

Como llegamos un poco tarde y desperdigados, solamente nos dio tiempo de bebernos unas latas, o 1 1/2 de agua (je je) ducharnos en un tris-tras, con un poco de presión por mi parte y cenar a las 20:30 que es horario único e inamovible. Pasta, ensalada y carne. Nos supo todo a gloria. Después tuvimos intención de jugar a algo. Pero se fue la luz y decidimos irnos a la cama para descansar. Fue una etapa dura, larga y calurosa que bien podía habernos hecho retirarnos. Nada más lejos de la religad. Nos hizo ver donde están nuestros límites y salir airosos de la situación.

Atentos con los datos de la etapa: Distancia recorrida: 22,07 kilómetros Tiempo Total: 9 horas 6 minutos Desnivel acumulado subiendo 1783 m. - bajando 1486 m.

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