domingo, 2 de agosto de 2009

BIDART ya no es lo que era...

Y no lo digo Yo, lo dice una habitual de las acampadas playeras en la capital del Maule... el tema de la acampada Free bajo las estrellas, paso a la historia. El recorte de las libertades ha sido un elemento diferenciador en la política turísticas de la vieja Iberia, pero las autoridades Galas se han sumado al carro. Cada día es más delito la acampada libre. Siendo este lugar, Bidart, un ejemplo de limpieza y civismo. Las tiendas de campaña se colocaban a la noche y al día siguiente para el punto de la mañana estaba todo limpio de tiendas.

Pero este no es el tema del "artículo". Un fin de semana Kiliki truncado por la Meteorología y por los cambios... turísticos. El viernes se complico la tarde noche con los "Vigilantes de la costa" perro en mano, cuando patrullaban toda los recovecos para cerciorarse que no hubiera ningún "ilegal" acampado en su preciosa costa. Al final en la poca hierba del parking plantaron la tienda para pasar una noche de ruidos, perros, coches asesinos etc...

La mañana del sábado fue más tranquila y la meteorología acompañaba. Llegamos la segunda remesa de Kilikis con ganas de playa (un@s más que otr@s), maules y camping free. Pero a medio día nuestras ilusiones se eclipsaron con la tormenta que azotó la totalidad del Golfo Vizcaíno y parte del extranjero. Pudimos cocinar y comer a duras penas en la "furgo pija kiliki" y a media tarde y terminando la tradicional partida de pinchazo (esto tampoco es lo que era) nos dimos una vueltika por el camino Littoral, la meteorología había hecho un Kit-kat en su asedio a la costa vasca. Disfrutamos un rato del pueblo los acantilados pero de nuevo la madre naturaleza nos mando señales para que abandonásemos el lugar, en forma de tormenta torrencial. Siendo hora ya de cenar y buscando un local para disfrutar de una cena calentita, descubrimos que los "guardianes de la costa", perro en mano otra vez, pueden llegar a ser más desagradables que la primera vez.

Con todas la ropa mojada, las decepciones de acampada y la terquedad de la meteorología decidimos partir para casa. Acabamos cenando nueve personas (parece mentira pero entran y con el maletero lleno de cosas) en la furgo, un bocadillo de huevo frito con salchichas al más puro estilo campista...

Los planes se frustraron, pero el espíritu Kiliki salio reforzado más aun si cabe.

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